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Sunday, April 3, 2011

Paren la Tele, me quiero Bajar

Paren la Tele me quiero bajar
Por: Darío Valle Risoto


Hace algunos años comentaban en la imprenta sobre uno u otro personaje de un programa de televisión desconocido para mí, había una palabra: NOMINADO que se reiteraba y comenzaba a formar parte del diálogo cotidiano de los uruguayos. Como no tenía idea de lo que era “Gran Hermano” en cierta ocasión pasé por un canal y me detuve unos momentos frente a la imagen de personas comunes en una casa desordenada hablando entre ellos sobre cosas sin sentido, luego una chica se rascaba una nalga y más tarde un muchacho mirando de frente a una cámara le contaba un montón de estupideces sobre ser o no ser aceptado por el grupo.

Eso fue todo lo que vi de “Gran Hermano” en mi vida, en el cable he visto minutos de diferentes realityes shows y solo me quedé casi un programa entero de uno llamado: “Miami Ink” donde un grupo de tatuadotes nos muestra como trabaja.

Ayer leí un excelente artículo en el suplemento cultural ADN de La Nación de argentina y me quedé reflexionando sobre mi total ausencia de curiosidad por este tipo de nuevos entretenimientos que ya nadie cree que sean espontáneos y mucho menos reales, pero que desde todos los puntos de vista atraen el Voyeurismo de la gran mayoría de la audiencia.
En un reality del 2005 en Holanda hubo un parto en vivo, en Inglaterra descubrieron a Susan Boyle una cantante que se llenó de plata luego vendiendo millones de discos, la mayor votación del mundo se dio en Brasil donde Big Brother llegó a 154 millones de votos. ¿Qué le pasa a la gente?

Es que probablemente haya un cambio interesante en la televisión como arte esencialmente heredero del cine y no nos debe ser ajeno ni extraño que las películas o ya no son tan buenas como antes o se ha llegado a una suerte de retroceso creativo que atenta contra el futuro de la ficción al punto de que ahora el entretenimiento pasa mejor por mirar adentro de la casa del vecino antes que recrearnos con una buena historia ficcionada.

Siempre tuve la condición de que no me gustaran los programas en vivo, aquellos viejos magazines donde se traían invitados y se trataba de hacernos reír con cualquier tontería, es cierto, estos programas todavía existen pero hoy se hace mayor hincapié mayoritariamente en desfiles bizarros de gente idiota o fenómenos varios para beneplácito de una audiencia famélica por tener sus minutos de pantalla. Lo mismo se da en la radio donde los programas de conductores inteligentes han sucumbido por idiotas que dicen malas palabras y ensayan una trasgresión de cuarta a cambio del rating.

“Sábados circulares de Mansera” veía mi madre, yo era muy chico y soñaba con ver Tarzán u otra serie de aventuras, nada me importaba quién llegaba a sentarse con el conductor para contar sus anécdotas de vida o los cantantes Pop que enloquecían al público.
Y muchos años después voy a la casa de un amigo un sábado y su madre con sus dos hermanas veían “Grandes valores del tango”  y veo a unos niños de cinco años cantando vestidos de golilla y gacho y gesticulando y poniendo caras de Gardel y entonces pregunto: __ ¿A que hijos de puta se les ocurre hacerle eso a unos niños? Y entonces las hermanas de mi amigo y su madre me tratan de anormal porque no me gusta nada y otras cosas… ¿?.

Pienso en aquellos años en que la gente se involucraba con las tele comedias que aún existen pero hay tal invasión de estas que hace décadas que no hay una que tenga la mayoría absoluta de audiencia como lo fueron por ejemplo: “El amor tiene cara de mujer”, “Los hermanos Coraje” o “La Galleguita” sin olvidar: “Rolando Rivas Taxista”. Cierta vez le dije a mi madre que si veía solo los capítulos del viernes y del lunes ya alcanzaba porque lo demás era relleno y ella misma lo comprobó al punto que luego de un tiempo miraba una vez a la semana su comedia favorita y con eso alcanzaba.

Veo que frenéticamente se trata de probar en televisión toda receta posible que atraiga a la Jilada pero lo peor de esto es que la mayoría de la gente se presta para cualquier gansada con tal de tener dos segundos de fama, tal parece que no existe aquello que no sale en pantalla o no cuenta sus intimidades por radio. Y probablemente sea necesario hacernos un examen profundo en tanto busquemos este tipo de reafirmación de nuestra identidad a través de la exposición en los medios.

No creo que sea sano que alguien llame a la radio para contar sus necesidades sexuales mientras trata de parecer gracioso cuando en realidad es patética la gente que recurre a difundir sus miserias aún desde el anonimato cuando no lo hacen explícitamente desde la pantalla de televisión.
Cuando la gente me comenta sobre el éxito de determinadas personas anónimas que han ganado fama en algún programa de tv yo solo siento un poco de pena y la satisfacción de ser un tipo anónimo, salvo por este blog claro.

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