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Saturday, April 23, 2011

Uruguay: Desodorantes y Seguridad

Uruguay: Desodorantes y Seguridad
Por: Darío Valle Risoto


En Uruguay los que tenemos algunos años no podemos dejar de lado la tremenda sensación de extrañeza que nos provocan las rejas de las casas, estas cada vez más altas, más fuertes y transformando las viviendas de las personas en suerte de cárceles, cuando no en remedos de los campos de concentración que solo veíamos en las películas a esto agreguémosle que ahora las rejas tienen alambres electrificados e incluso alambres de púas en forma circular exactamente a aquel viejo y detestable muro de Berlín.

No soy sociólogo ni pretendo serlo pero algo no anda bien en la gente cuando esta clama por un ignoto vocablo que todos repiten pero nadie entiende en su idea cabal que es: “Seguridad”, todo comenzó luego de la dictadura paulatinamente, uno de los principales síntomas fueron la proliferación de "Empresas de Seguridad” donde a sueldos bajísimos se enrolaban principalmente a jubilados policiales y del ejército y/o toda suerte de desocupados del mercado laboral digamos “normal”. Y yo que trabajé en una empresa por espacio de unos cuatro meses comprendí que lo que estas le hacen a la sociedad es un gran trabajo cooperando para que un estado policial latente nos ocupe lo cotidiano y lo que es peor la cabeza.

Al igual que los desodorantes en spray que nos ponemos todas las mañanas en el cuerpo las empresas de seguridad venden una “sensación de limpieza” que es artificial porque no sirven un corno para evitar el delito real pero si tienen puntual acción en dar una sensación de que estamos “protegidos” ni más ni menos que la sensación de limpieza de los sprays que en realidad no es verdadera. Aquí y con aquella vieja y maldita frase de que: “Con los milicos estábamos mejor” seguimos lidiando de una u otra manera para beneplácito de fascistas, viejos retrógrados y gente muy pero muy ignorante.

Buscamos en las estadísticas del delito por televisión una impresión de nuestra realidad que como todas las encuestas puede ser manipulada para uno u otro lado pero si es cierto que tenemos las peores cárceles del planeta comparadas a aquellas turcas de la famosa película “Expreso de medianoche” y no podemos esperar que un delincuente se vuelva un ciudadano próspero si lo metemos en una escuela del delito y la violación de todos los derechos del hombre.

Ojo que tampoco estoy del lado de los pedorros que joden con que todo delincuente es un preso político porque es una linda consigna utilizada hasta por los anarquistas, pero no me fumo a un hijo de puta que le pega a una anciana o le roba a un obrero para robarle cincuenta pesos que ni siquiera son para comer. Hay en estos actos igual clase de fascismo, lo más intolerante y criminal de clase que puedo ver en estos días. Se muy bien que este sujeto despreciable es el producto de una serie de hechos concatenados que lo trajeron al mundo específicamente para ejercer ese rol que hasta parece justificar al estado policial y esto a muchísima gente le sirve y mucho.
Por lo tanto en esta creciente escalada hacia una “Seguridad de perfume en Spray” nos vamos volviendo poco a poco más fascistas y tal como comenzó la Alemania nazi vamos tolerando que el sistema acote las libertades individuales y firmamos por ejemplo para que se rebaje la edad de imputabilidad de 18 a 16 años a los infractores a la ley.

Porque ya un pibe de dieciséis es tan malo como uno de dieciocho y se hace el vivo porque la ley del menor le  da cierta impunidad y entonces lo queremos mandar más temprano a esa misma cárcel que indefectiblemente va a visitar a los 18 añitos. Y ya sabemos lo que le espera: ¿Reeduccación?: Un carajo.
¿Y porque no a los 14?, O tal vez a los dos años cuando ya comienzan a repetir las mismas puteadas que escuchan en televisión y sus delicados padres dicen cada dos segundos, ¿Por qué no amonestamos a cada ciudadano cuando dice “Hijo de puta” con dos pesos de multa?. Tendríamos por ejemplo el tema viviendas solucionado.

Hace algunos años una querida amiga me hablaba de la esposa de un ex presidente innombrable y de los actos de ayuda social que ejercía dándole una mano a un hospital de niños y yo le contesté que ese loable trabajo tenía la misma significancia de achicar al Titanic mientras se hundía, sacando agua con una cucharita de té.
Eso mismo hace esta ley que pretende vendernos el mejor spray de sensación de seguridad y solo sirve para achicar un tema muy jodido desde los valores más profundos del hombre y que no es nuevo y tiene mucho que ver con una grave brecha social entre los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres entre muchisimos factores donde tiene cabal importancia el rol del ser individual frente a sus semejantes y que clase de mundo intentamos construir.
Menos mal que tenemos un gobierno de izquierda.

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